Esta mañana me ha sucedido algo curioso que me gustaría compartir con vosotr@s. Estábamos, al igual que otros miércoles, pasando un rato divertido jugando con los cubos y palas y, de pronto, he recordado el inicio del curso, cuando los niños y niñas se cansaban enseguida de jugar con los cubos, cada un@ iba a lo suyo, jugando al lado de sus compañer@s pero sin reparar en lo que los demás hacían... Como dice la canción, ¡Ay, cómo hemos cambiado! en tan poco tiempo. La verdad es que me ha llegado a emocionar ver como se buscan para compartir momentos y juegos, como de manera natural, sin que nadie se lo pida, intentan ponerse de acuerdo (cada cual como puede) para realizar una actividad en la que están interesados y a la que, poco a poco, se van uniendo más niñ@s y que, finalmente, me enseñan muy orgullosos.
Esto que parece una tontería no lo es, significa que l@s niñ@s van madurando poco a poco, socializándose y creando lazos afectivos entre ell@s (de esto saben bastante nuestros compañer@s de la clase del maestro Luis y Los príncipes de la cigüeña, ¿verdad?).
Gran invento la cámara de fotos digital que me permite compartir con todos estos momentos.
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