viernes, 26 de febrero de 2010

ALGO PARA REFLEXIONAR


UN SEÑOR MADURO CON UNA OREJA VERDE

Un día, en el expreso de Soria a Monterde,

vi que subía un hombre con una oreja verde.

No era ya un hombre joven sino más bien maduro,

todo menos su oreja, que era de un verde puro.

Cambié pronto de asiento y me puse a su lado

para estudiar el caso de cerca y con cuidado.

Le pregunté: - Esa oreja que tiene usted, señor,

¿Cómo es de color verde si ya es usted mayor?

Puede llamarme viejo - me dijo con un guiño-

esa oreja me queda de mis tiempos de niño.

Es una oreja joven que sabe interpretar

voces que los mayores no llegan a escuchar:

Oigo la voz del árbol, de la piedra en el suelo,

del arroyo, del pájaro, de la nube en el cielo.

Y comprendo a los niños cuando hablan de esas cosas

que en la oreja madura resultan misteriosas...

Eso me contó el hombre con una oreja verde

un día, en el expreso de Soria a Monterde.

GIANNI RODARI

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